jueves, 25 de agosto de 2011

Viaje

La tierra giró para acercarnos
giró sobre sí misma y en nosotros,
hasta juntarnos por fin en este sueño
como fue escrito en el Simposio.
Pasaron noches, nieves y solsticios;
pasó el tiempo en minutos y milenios.
Una carreta que iba para Nínive
llegó a Nebraska.
Un gallo cantó lejos del mundo
en la previda a menos mil de nuestros padres.
La tierra giró musicalmente
llevándonos a bordo;
no cesó de girar un solo instante,
como si tanto amor, tanto milagro
sólo fuera un adagio hace mucho ya escrito
entre las partituras del simposio
Eugenio Montejo
Te voy a ver. Al fin te voy a ver. Junté el dinero, tramité la visa, compré los pasajes y miles de otras cosas que en este momento no se me vienen a la cabeza. Eso ya no importa. Lo que importa es que te voy a ver ¿Te acordás cuando fantaseábamos sobre esto? Cuando ibas a venir, cuando iba a ir. Días, meses, semanas, años lo hemos hecho. Por fín, luego de muchos esfuerzos voy a ir.
Camino unos pocos metros hacia el auto. Un vecino me alcanza hasta el aeropuerto. Veo como los grandes edificios se transforman en pequeñas casas, y esas pequeñas casas se transforman en planicies verdes, amarillas, anaranjadas. Todo ese paisaje cambiará (o no) en esas horas interminables que el avión va a tardar hasta llevarme a tu lugar. Trato de focalizarme en las recomendaciones que te hacen cuando vas a llegar a cualquier aeropuerto: cuidado con las valijas, guarda que le meten droga. Envolvé la valija en film para que te no te roben nada ¡NO PONGAS LA COMPUTADORA EN LA VALIJA QUE TE LA CHOREAN! Todo eso que dicen los familiares y amigos, que solo buscan protegerte. Pero no logro concentrarme en eso.
En cambio pienso en vos. Pienso en todo lo que vivimos, a pesar de la semejante distancia entre nosotros. Te imagino con la misma sonrisa, la misma mirada, la misma voz. Supongo que me vas a mirar y te vas a reír, con esa risita nerviosa que tanto me gusta cuando te veo en Skype. Noches soñando con eso, sobre eso. Días evadiendo pensamientos para evitar pensar. Para no pensar. Sin embargo el sentimiento muchas veces le ganaba a la razón y volvías y aparecías en mi mente como en una foto borrosa, pero donde claramente te distinguías.
Luego de muchas horas, llego al aeropuerto. La gente apurada, pasa como en un abrir y cerrar de ojos. Me dirijo a la mesa de entradas y pregunto en que lugar esta la empresa de viajes que me va a llevar hasta vos. Me lo indican y con pasos un poco rápidos me dirijo hasta ahí. Una chica me atiende, me saluda y me pide los datos. Se los doy y me aclara por donde embarco y a que hora sale el avión. Por suerte llego con unas horas de anticipación, dado que el tramiterío en un aeropuerto puede llevar tiempo. Mucho tiempo. Demasiado tiempo.
Sin embargo parece que la gente del aeropuerto esta en su día. Un trayecto que (según me contaron) tardaba tres horas, solo tardó una. Contento, me siento en una de las salas de espera, cerca de mi plataforma de embarque. Luego de una media hora, una locutora con una voz símil radio, símil computadora, me informa que tengo que tengo que ir yendo hacia el avión. Nervioso, me dirijo hasta ese lugar, Me piden el boleto y me dirijo hacia una manga como si fuera que estuviera a punto de salir a la cancha a jugar. Pero no veo el pasto y la gente alentando sino dos pasillos y una fila infinita de asientos. Sí. Compre el ticket en clase turista.
Consigo mi lugar y por suerte no tengo cerca mío ningún nene que pueda llegar a molestarme. El viaje iba a ser muy largo para que tuviera de acompañante a esa opción. Minutos después el avión despega y la tierra se hace grande. Y luego se hace mar.
Quiero leer y no puedo. Quiero escuchar música y no puedo. Quiero ver la película que pasa la tripulación y no puedo. Vos sos un todo que engloba cada uno de mis pensamientos. Consigo dormir un poco y en sueños te me aparecés. Pero ya no como una foto medio borrosa como antes. Ahora estás nítida, clara, brillante. Estás como siempre te imagine.
Lamentable o afortunadamente me despierto. Acaban de avisar que en unos momentos estamos por aterrizar, que abróchense los cinturones, que nada de ir al baño, todos quietitos en sus asientos. De estar entredormido pasé a estar alerta en dos minutos. Busqué el cinturón, me lo abroché y esperé sereno el aterrizaje. Unos diez minutos después, el capitan del avión nos avisa que todo salió bien y nos desea una feliz estadía. El momento de la verdad había llegado.
En un idioma extraño, que conocía, pero en ese momento extraño para mí, me van indicando lo que tengo que hacer al desembarcar: que aduana, que detector de metales, bienvenidos y demás demases. Apurado, trato de hacer todo sin que me vean como un loco, un criminal, un terrorista o alguien suficientemente sospechoso para que la seguridad aeroportuaria deporte sin miramiento. Muestro mi pasaporte, mi boleto de ida y vuelta, mi equipaje de mano, mi visa y el ticket del banco donde hice un depósito de dinero considerable para que estén tranquilos de que no voy a robarle un trabajo a un nativo. Luego de todo eso, vos. Ahí estabas sonriendo nerviosa con él de la mano. Me ves a mí con ella de la mano. Yo saludo a él y vos saludas a ella. Me preguntás como fue todo. Yo contesto que todo estuvo bien. Todo estuvo perfecto.

jueves, 18 de agosto de 2011

Pequeño Jardín

Me quedé mirando en un pequeño jardín una flor. No era gran cosa. Tenía un color rosáceo en su flor. Me acerqué a contemplarla. Se movía pausadamente, serenamente. En ese instante siento su olor. Era un olor dulce. Muy dulce. Estaba parado así que decidí sentarme a mirarla, a sentirla, a olerla.En eso siento la suave brisa de la mañana. Acariciando de a poco mí pelo, mi cara, mis brazos. El olor de esa pequeña flor rosa se torna un poco mas intenso. Me acerco un poco más. Es como si en ese momento, la flor me tuviera hipnotizado, pidiendo que me acerque más y más a ella. Es que me estoy dando cuenta que no es una simple flor. Que dentro de ella hay algo que estoy dispuesto a averiguar.
El aroma se torna mucho mas intenso. No se por qué, pero me esta empezando a molestar un poco. Me quiero levantar y no puedo, quiero abrir los ojos y no puedo. Estoy inmóvil en lo que creo ya no es un pequeño jardín con una pequeña flor rosa. En este momento puede ser cualquier lugar: una casa, un ropero, una cárcel. Le pido que me deje ir, pero se empecina en no soltarme. Me dice que ha esperado demasiado tiempo por alguien que se diera cuenta de ella. Que la notaran en ese pequeño jardín en el que estábamos.

Le pregunto que es lo que vio en mí. Me dice que no lo sabe muy bien, que inmediatamente que me acerqué largo su esencia para atontarme y atraparme. Trato de averiguar que es lo que quiere de mí. Pero no me lo dice. Empiezo a escuchar risitas cerca de mis oídos. Las risas se hacen más fuertes y el olor se hace más fuerte. No lo puedo controlar.

Al final la flor me dice que me quiere a mí. Quiere todo de mí. Le imploro que me suelte, pero ella insiste. Lo que quería averiguar de ella no era hermoso, sino perverso. Ya no se si estoy conciente o no. Las risas y el aroma ya son imposibles de aguantar. Me quiero soltar: es imposible. La flor me dice que me quede tranquilo, que todo va a estar muy bien. Pero ya no se lo que está sucediendo: todo está oscuro.

Luego de un rato me despierto. Pero algo raro ocurre. Siento que estoy inmóvil en un sitio. Como si hubiera cemento. En ese momento termino de despertarme ¿Dónde estoy? Me estoy viendo a mi mismo ¿Morí o estoy en otro cuerpo? Veo como ese otro yo se ríe y se va de ese pequeño jardín. Yo me voy a quedar hasta que embelece a alguien con mi aroma. Y vuelva a tener, tal vez, un cuerpo.
Licencia de Creative Commons
Pensamientos en voz escrita by Eduardo Gerstner is licensed under a Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported License..