Mi historia empieza en una jaula.
Conocí el estar afuera de una mucho tiempo después, cuando me pude escapar.
Pase de jaula en jaula los primeros años de mi vida. Primero en exhibición en varios lugares donde me
ofrecían por cinco pesos. Luego en un departamento de dos ambientes en una gran
ciudad. Vivía muy tranquilo en ese lugar. El comedor tenía una mesa, un placard
empotrado, frente a el un televisor y a su izquierda una ventana que daba a una
gran toma de aire. A la izquierda de la puerta de entrada, estaba la cocina. Y
en una de sus ventanas estaba yo, en una jaula. A la derecha de la puerta de
entrada había un pasillo con puertas que nunca supe adonde iban. Ése era mi
mundo. Un mundo con el que convivía con un matrimonio y un hijo. Al señor lo
veía poco y nada. Lseñora estaba casi todo el día en la casa, junto con el
nene. El nene era un chico bajito de pelo castaño, corto, de ojos marrones y
nariz un poco respingada. Caminaba con unos zapatitos negros, que a veces
molestaba a las señoras que vivían unos pisos mas abajo. Era un chico muy
tranquilo, que le gustaba que le contaran historias. Le gustaban los cuentos
clásicos: alguna adaptación de las Mil y Una Noches como Alí Babá y los
Cuarenta Ladrones, Pulgarcito, Hansel y Gretel entre muchos, muchos más. Le
gustaban tanto, que a pesar que no sabía leer (me daba cuenta por que algunas
veces no entendía lo que estaba en la tele) hacía que leía sus cuentos para el
estupor de sus familiares. Si no estaba haciendo que leía, miraba la
televisión. Un vecino le traía unas cajitas rectangulares negras, que luego me
enteré que se llamaban cassetes, que colocaba en otra caja rectangular negra,
que luego supe era una videocasetera. Se pasaba horas mirándo esos videos. A
veces eran dibujos animados, otras veces miraba a un señor cuya destreza era
mover una esfera que se ustedes llaman pelota y pasar a otras personas hasta
que la pateaba y entraba en algo que se llamaba arco. El nene se emocionaba cada
vez que las redes que había en ese arco se inflaban. Sino se entretenía con una
máquina roja y blanca. Otra cosa por la que estaba varias horas frente a la
televisión. Me quedaba viéndolo jugar con una persona que crecía y se achicaba
con un hongo y atravesaba miles de obstáculos para rescatar una mujer. En otro
juego, iba con un personaje vestido solo con un taparrabo, también para
rescatar a una mujer. Por lo demás, era un chico bastante tranquilo.