jueves, 13 de septiembre de 2012

Haikus


En la mañana
Camina un silencio
a cuentagotas.

Exactly on time
to see your smile on the air
while I whisper  "shine!"

jueves, 6 de septiembre de 2012

Mancha




Juan había terminado de limpiar el auto. Pero una mancha rojiza quedó en la parabrisa, justo del lado del conductor. Estaba, supuestamente, en un lugar que no molestaba. No podía sacarla por ningún medio, asi que Juan la dejó donde estaba. Manejó ese auto por varios años y esa mancha en el parabrisa del lado del conductor permanecía ahí.

Un día Juan salió apurado hacia el trabajo. Corrió hacia su auto, y arrancó; olvidándose de ajustarse el cinturón. Estaba saliendo tarde, muy tarde. Vivía en las afueras  y tenía que viajar mínimo una hora antes de llegar a la ciudad. Tenía que estar a las nueve y ya eran las nueve menos cuarto. En diez minutos llegó a la autopista. Mientras avanzaba entre las filas de autos, se acordaba de los puntos mas importantes sobre la ponencia que debía dar sobre las posibilidades de duración indefinida de las pinturas comerciales. Así ganó su auto esa mancha en el parabrisas, justo arriba del asiento del conductor.

Varios años estuvo para encontrar una forma de hacer durar pintura por tiempo indeterminado. Su garage también era su laboratorio. Meses mezclando componente tras componente hasta dar con el porcentaje adecuado de sustancias que facilitaban que la pintura quedara casi dentro de la pared. Que cada poro de cemento pasara de un gris a cualquier color. Hasta había roto varias pedazos de pared del garage y había  visto como ese pedazo tenía un color verde o rosa o violeta, como si el cemento ya hubiera sido hecho con ese color. Sabía que el tras el proyecto iban a estar varias compañías multinacionales llamándolo, interesados en comprarle la patente del invento. Pero primero tenía que mostrar su hallazgo al mundo. Oportunidad que le llegó al quedar seleccionado para dar una ponencia  hace exactamente una semana. Por lo que salió apurado del auto, para exponerla.

Bajo de la autopista hacia una de las avenidas principales de la ciudad; ya eran casi las nueve y veinte. Estaba llegando tardísimo a la ponencia. Apretó el acelerador del coche llegando casi al límite de velocidad y a veces hasta llegaba a pasarlo. Tenía que restar un poco más de atención, no fuera a ser que se diera un palo contra un poste de luz o contra otro auto. Se imaginaba a su jefe, a decir verdad, se imaginaba su cara de culo cuando lo viera llegar cuarenta minutos tarde.

Lo que Juan no se imaginó, era que la mancha le tapó un semáforo en rojo cuando iba a casi setenta kilómetros por hora. Cuando se dio cuenta, una camioneta lo chocó de costado. Mientras el auto daba varios trompos, lo único que se le vino a la mente antes de quedar inconsciente fue: ¡Puta madre! ¡Por qué no saqué la mancha del parabrisas?







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