martes, 17 de abril de 2012

Marejada


Recuerdo el atardecer que te encontré, parada, en un médano, en una playa lejana. Estabas ahí, con tu pelo suelto, enrulado, mirándome a través de tus anteojos. Me miraste con cierta timidez, para luego esbozar una sonrisa. Me acordé del final que tuviste que dar y luego de un apenas audible “hola” te pregunté como te había ido. Me dijiste que todo anduvo bien y me agradecías por la ayuda que te había dado. Te noté algo cansada, y me acuerdo que te sugerí que nos sentáramos y contempláramos por un rato la caída del atardecer. Entre movimientos automáticos, nos sentamos.
            El sol bajaba mientras trataba de romper el hielo. Traté de buscar un tema en común y la facu volvía una y otra vez como último recurso. Recuerdo que me diste algunas correciones sobre un escrito que te había mandado. Tenía muchos errores pero eran arreglables. Me podrías haber dicho que era lo peor que habías leido, pero no me iba a importar. Te había encontrado, parada, en un médano, en una playa lejana, y habías esbozado una tímida sonrisa, mientras tu pelo enrulado se mecía con el viento y me mirabas a través de tus anteojos.
            Recuerdo cuando bajamos, ya un poco más sueltos, y caminábamos por la orilla. Me contabas que te querías ir de tu casa porque no te bancabas a tu vieja, demasiado conservadora, demasiado cuida. Yo, queriendo que hagas eso y mucho más, te aconsejaba que lo hicieras, asi me iba con vos a cualquier lado. No importaba donde. Tal vez cerca de acá, tal vez en otra país o la quinta dimensión. Como dije hace una línea atrás, no importaba.
            Recuerdo cuando ya se hacía de noche y te tuviste que ir. Me dijiste que te había gustado que te hiciera compañía y compartir esas horas conmigo. Y querías hacerlo de nuevo. Yo, encantado, te dije que sí, que cuando quieras lo podíamos volver a hacer. Te acompañé a la parada del colectivo y con un beso en la mejilla y un chau nos despedimos.
            Pero lo que más recuerdo, es que esto nunca pasó. Te confundí con otra chica que encontré, parada, en un médano, en una playa lejana.
Licencia de Creative Commons
Pensamientos en voz escrita by Eduardo Gerstner is licensed under a Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported License..