Este nuevo amanecer
mientras se vuela el
presente,
me trajo todo el ayer
tu retrato entre la
gente
Amor Ausente F. Toro
Yo
No tenía idea que, al subir al colectivo, sería la última vez que te iba a ver.
No, no a tú hermana. A vos. No tenía el mínimo atisbo de que, cuando miraba el
mar en medio de la noche, la suerte ya estaba echada. Que cuando bajara del
colectivo, no iba a tomar (al día de hoy) esa línea de nuevo. Simplemente me
hiciste desaparecer. Simplemente decidiste desaparecer de mi vida. Le diste un
desenlace a lo que vivimos, cuando todavía creía (iluso yo) que estábamos en el
nudo. Cuando quise reaccionar, ya era tarde. Todo estaba dicho.
Digo
lo que digo porque hace rato que venía pensando en que me había equivocado de
persona. En que sentía que tenía una conexión mucho más fuerte con vos que con
tu hermana. Creo que por (estúpidos) prejuicios no quise dar un paso más.
(Lamentablemente) Ahora que lo pienso, no tendría que haberme sentido así. No
tenía que haber dejado que esos prejuicios ganaran. Tendría que haberte dicho
que me acompañaras a casa esa madrugada, para que yo pudiera subir ese escalón
de mi casa, quedar a tu misma altura y darte un beso. Y pedirte que te quedaras
hasta que el sol saliera.
Pero
no. Cometí errores. Errores tontos, pero errores al fin. Algo que tendría que
haber callado. Algo que nunca tendría que haber mencionado. Especulaciones,
entredichos, todo lo que vivimos se terminó por eso. Por chismes berretas que
no venían al caso. Pero Los errores se pagan. Y caro. Muy caro. Tan caro me
costaron, que ya no puedo verte. Ya no puedo tocarte. Ya no puedo sentirte.
Te
cuento que me costó acostumbrarme a todo esto. A saber que estás tan cerca, y
tan lejos a la misma vez. A tener que olvidarte y dar vuelta la página. A
evitar canciones, bandas, solo porque me recuerdan a vos. Porque me recuerdan a
las mañanas cuando te veía. A las noches cuando hablábamos por horas
interminables. Cuando nos reíamos. Cuando nos mirábamos. Los primeros días
fueron muy difíciles. Es ahí cuando las obligaciones ayudan a no pensar. Pero
las noches eran complicadas. Muy complicadas.
El
tiempo ayuda a evadir, pero no a olvidar. Ayuda a evadir los momentos feos para
recordar los felices. Para recordarme del día que tu hermana puso cara cuando
no me gustó lo que había preparado para comer (¡encima había estado toda la
tarde-noche para hacer esa comida! (¡maldita salsa!)), cuando fui un recital
porque iba ella, en fin, esa clase de recuerdos. No el recuerdo de los mensajes
y las llamadas inútiles, cuando mi error no tenía posibilidad de poder ser
enmendado. De pensar que no te andaba el celular, hasta darme cuenta de la
realidad.
Decidí
a escribir esto porque te me viniste de repente en medio de la noche, mientras
terminaba de ver una película. Llegaste como un pensamiento que decidió anidar
en mi mente por lo que restaba de la noche. Rondaste por toda ella metiéndote
en lugares que pensaba estaban cerrados. Con llave y candado. Con códigos de
seguridad e identificación de huellas dactilares. Sin embargo rompiste con todo
eso. Pensé en hacer esto como último recurso, para ver si te puedo dejar atrás.
Ya
es hora de que vaya concluyendo, porque creo que ya dije todo lo que tenía para
decirte. Ojala pudiera encontrarte de vuelta para decirte todo esto cara a
cara. Lamentablemente, cuanto más quiero encontrarte, parece que vos te
empecinas en alejarte mas y mas. A pesar de la cercanía, de saber la línea de
colectivo, de estar a dos pesos con diez lejos de vos, no puedo. Farewell. Que
tengas una buena vida
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