jueves, 1 de septiembre de 2011

Él


Me enteré una calurosa mañana, que mi hermano había fallecido en un accidente. La policía me dijo que murió mientras manejaba por la autopista y que estaba en la morgue. Me pidieron amablemente que identificara el cuerpo. Les pregunté como me encontraron, me contestan que él tenía su documento y los papeles del auto e hicieron las averiguaciones para dar conmigo. Les agradecí y dije que iba a ir inmediatamente para allá. Apenas me arreglé un poco, ni siquiera alcancé a maquillarme. Salí de casa y fui a tomar el tren para ir la morgue.

Cuando Llegué a la estación, todavía estaba intentando comprender lo que me habían dicho. Esa personita que conocía desde que tengo memoria había dejado de existir. Ese que a veces me hacía dejar de jugar a las muñecas para correr detrás de una pelota, que me ayudó a elegir mi carrera, que la alegría lo inundó cuando se enteró que estaba embarazada y que iba a ser tío, no estabas mas. En la boletería pido un boleta de ida solamente. Luego me siento en un banco del andén a esperar el tren. Quince minutos después, la bocina indica que llegó.

Trato de esquivar a la gente que sale del tren. Cuando consigo entrar, me siento frente a una señora rubia, de ojos verdes, con anteojos, que mira un poco extrañada. Ya lo sé. Parece que recien salgo (o entro) de alguna película de terror. Una película demasiado real. El tren arranca y miro a la ventana y las casas y casuchas que veo se funden a mucha velocidad, mientras trato de evadir y evadirme.
No me doy cuenta, pero creo que estoy murmurando. Lo estoy nombrando, a ver si por alguna casualidad me vuelven a llamar y decirme que se equivocaron, que mi hermano solo esta herido, que todo estaba bien. Sin embargo, la llamada no sucede. No, no va a suceder eso jamás. Mientras pienso en todo eso, lloro. Otra cosa de la que no me doy cuenta.

La señora enfrente mío baja, y a mí me que quedan dos paradas mas. Se que ya queda poco tiempo para que vea a mi hermano. O lo que queda de él. Ya poco importa. Trato de arreglarme un poco, de componerme un poco. Ahora ya falta una sola parada. Solo diez minutos mas de trayecto y todo (creo) habrá terminado.

El tren aminora la marcha, hace sonar la bocina y el traqueteo se hace mas pausado. Como cuando un corazón cansado decide que ya es hora y deja de latir. Me levanto y voy hasta la puerta. Solo yo bajo en esta parada. El tren finalmente para. Cruzo el umbral y ni bien hago unos pocos pasos lo veo. Me mira, sonríe y saluda. No alcanzo a hacer nada, por que no esta mas. La gente pasa. El tiempo  también. Y yo solo voy a identificar el cadáver de mi hermano.

1 comentario:

silvia zappia dijo...

sólo ella baja en esa estación...tal vez el encuentro haya sido encuentro.

me gustó

beso*

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