jueves, 10 de noviembre de 2011


            Era una oficina como cualquier otra. Si se imaginan  una agencia de policía yankee, no necesitarán más detalles. Mi futuro exjefe esta sentado en su mullido sillón. Un poco cabizbajo, con mirada perdida, sin saber que carajo hacía en ese lugar en mi día de franco. Se meció por unos breves segundos como si siguiera el compás que marca el segundero de su reloj de pared, detrás de él, a lo alto. Como el otro que iba a ser mi futuro jefe, también era un señor entrado en años. Un pelo cubierto con canas, frente amplia, con cejas que casi tapan sus ojos marrones. Un pequeño bigote que lo hacía parecer a Charles Chaplin. Una boca pequeña, seguida de una papada enorme. Era una persona que por más que estuviera sentada, parecía que había corrido una maratón de lo mucho que transpiraba. Me hizo tomar asiento y me preguntó el motivo de mi visita.
            “Vengo a presentar mi carta de renuncia”.
            “¿Qué venís a hacer qué?
(Vengo a presentar mi carta de renuncia viejo gagá, ¿O no me escuchás?) Pienso mientras busco una respuesta más amigable.
            “No me siento a gusto, nada más. Voy a terminar de escribir los últimos artículos que tengo que hacer. De eso no se preocupe”.
            “¿A qué te pagan mejor en el diario de enfrente no? ¿Te vendés así nomás?”
            “No, para nada. Es más, todavía no se adonde voy a ir”.
Ya lo tenía todo planeado, pero no tenía ganas de dar explicaciones.
            “Es una minita. Estás caliente con una minita y te vas como si nada. Como decía mi abuelo, tira más que una yunta de bueyes ¿No?”
Les cuento que era uno de sus mejores redactores. No me iba a dejar escapar así nomás.
            “Tampoco es por eso. Solo quiero cambiar de aire, nada más. No es por la plata o mujeres u otra cosa”.
Mi (ahora si) exjefe estaba un poco exaltado. No entiende ninguno de mis motivos. Estuvo mirándome furioso durante algunos minutos, pensando en lo próximo que sus labios iban a pronunciar. Era mi decisión y estaba tomada. Me tenía que dejar ir.
            “Esta bien, esta bien. Sabés que por ser una renuncia no te corresponde un mango, ¿Sabías?
            “Sí”. Eso lo tenía claro desde un principio.
            “Listo, terminá esos artículos y mandamelos por mail. Que tengas suerte”.
Y así fue como terminé mi relación laboral con el diario.

1 comentario:

silvia zappia dijo...

on the road II*

(la del comment eliminado fue silvia...escribió mal una palabra...)

Licencia de Creative Commons
Pensamientos en voz escrita by Eduardo Gerstner is licensed under a Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported License..