Al llegar a casa, tenía que terminar esos
artículos antes de liberarme por completo del diario. Dos noticias
internacionales y una local sobre un accidente en la autopista. Prendí mi
laptop y esperé a que cargara el sistema operativo. Al abrir Word, apareció una
página como en la que estoy escribiendo en este momento. El trabajo era más
fácil que lo que estoy intentando hacer: un título y seguir las pautas que se
tienen que seguir al momento de escribir una noticia: seguir un esquema de pirámide
invertida, nombrando lo más importante al principio y dejando los detalles para
el final. Siempre buscaba fuentes que podía nombrar y no me gustaba usar
fuentes anónimas u off the record.
Nunca “un político” o “fuentes allegadas”. O nombre y apellido o nada. Debe ser
por eso que el jefe de redacción no me quería dejar ir. Siempre de frente. Si
no podía hacer eso, no escribía. Dejaba que otro lo hiciera. Otra cosa que
siempre hice fue firmar la noticia. Siempre fui responsable de lo que se estaba
por leer. Sentía esa necesidad de hacerme cargo de las cosas, de hacerme cargo
de cada letra impresa en esa página que el diario publicaba. Empecé a escribir.
“En el día de ayer, ataques a ciertas zonas
de Y dejaron un saldo de cien muertos y algo más de trescientos heridos. Los
bombardeos asediaron esa ciudad por espacio de unos veinte minutos. Este ataque
fue en respuesta al secuestro de treinta de soldados de Z por party de Y. Los
medios locales informaron que, seguramente, habría represalias. No solo el ejército
sino insurrectos podían atacar distintas objetivos. Aunque el general del
ejército de Z aseguró que todo estaba controlado, sus soldados debían estar en
alerta máxima ante cualquier eventualidad. Esta guerra lleva ya unos X años sin
ver, a futuro, ninguna resolución del mismo…”.
Ah,
bendita enumeración de hechos y datos. Escribir para el trabajo no me daba
tiempo a pensar en la muerte y el sufrimiento de esas personas. Por ahí estaban
alegremente celebrando un cumpleaños, un aniversario de bodas o solamente una
apacible cena con familiares, cuando la muerte y el horror se desató. Luego del
fuego, solo quedan escombros y sangre. Familias destruidas, gente desolada sin
saber que hacer. Que habían perdido todo. Que luego del bombardeo, era nada. Solo
una persona perdida en un conflicto armado, que habían perdido a uno o varios
seres queridos. Que habían perdido su vida por que estaban muertos o estaban
muertos en vida. Pero ya no podía detenerme a pensar en eso. Inmediatamente
empecé a escribir el segundo artículo.
“La nueva cumbre mundial de presidentes
situada en la ciudad de F comenzó sin sobresaltos. Los países centrales tratan
de solucionar sus crisis ajustando y recortando presupuesto, mientras que los
países periféricos, que han dejado de escuchar a los países fuertes y
establecen sus políticas a contramano de organismos internacionales y
financieros, se mantienen a flote. A veces, hasta aconsejan a sus pares de los
países centrales sobre las desavenencias de ciertas políticas tanto económicas
como sociales. Sin embargo, mientras que los grandes bancos sigan siendo
salvados y no se escuchen las necesidades de los pueblos, se sucederán más
crisis como esta…”.
¿Qué hago cuando escribo esta clase de
reportes? ¿Digo la verdad? ¿O tal vez digo mi
verdad? Del otro lado, cuando el lector abre el diario y lee la noticia que acabo de escribir ¿Dará todo por sentado? Solo espero que el lector no se
quede en el molde. Si se queda tieso en su sillón leyendo y asimilando
información como una computadora, entonces solamente procesa. Deja de ser un
humano ¿Qué sentido tiene informarse cuando se repite? ¿Qué sentido tiene leer
cuando uno solo deglute palabras sin analizarlas? No creo que todo lo que esté
escrito tenga que ser analizado. A veces uno tiene que leer por el placer de
leer. Pero ¿Qué paso cuando nos informamos? Si el lector es un lector hembra,
como decía Morelli, como decía Julio, estamos Perdidos.
1 comentario:
nada queda sin analizar, decimos algunas
beso*
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