jueves, 17 de noviembre de 2011


Al llegar a casa, tenía que terminar esos artículos antes de liberarme por completo del diario. Dos noticias internacionales y una local sobre un accidente en la autopista. Prendí mi laptop y esperé a que cargara el sistema operativo. Al abrir Word, apareció una página como en la que estoy escribiendo en este momento. El trabajo era más fácil que lo que estoy intentando hacer: un título y seguir las pautas que se tienen que seguir al momento de escribir una noticia: seguir un esquema de pirámide invertida, nombrando lo más importante al principio y dejando los detalles para el final. Siempre buscaba fuentes que podía nombrar y no me gustaba usar fuentes anónimas u off the record. Nunca “un político” o “fuentes allegadas”. O nombre y apellido o nada. Debe ser por eso que el jefe de redacción no me quería dejar ir. Siempre de frente. Si no podía hacer eso, no escribía. Dejaba que otro lo hiciera. Otra cosa que siempre hice fue firmar la noticia. Siempre fui responsable de lo que se estaba por leer. Sentía esa necesidad de hacerme cargo de las cosas, de hacerme cargo de cada letra impresa en esa página que el diario publicaba. Empecé a escribir.
            “En el día de ayer, ataques a ciertas zonas de Y dejaron un saldo de cien muertos y algo más de trescientos heridos. Los bombardeos asediaron esa ciudad por espacio de unos veinte minutos. Este ataque fue en respuesta al secuestro de treinta de soldados de Z por party de Y. Los medios locales informaron que, seguramente, habría represalias. No solo el ejército sino insurrectos podían atacar distintas objetivos. Aunque el general del ejército de Z aseguró que todo estaba controlado, sus soldados debían estar en alerta máxima ante cualquier eventualidad. Esta guerra lleva ya unos X años sin ver, a futuro, ninguna resolución del mismo…”. 
            Ah, bendita enumeración de hechos y datos. Escribir para el trabajo no me daba tiempo a pensar en la muerte y el sufrimiento de esas personas. Por ahí estaban alegremente celebrando un cumpleaños, un aniversario de bodas o solamente una apacible cena con familiares, cuando la muerte y el horror se desató. Luego del fuego, solo quedan escombros y sangre. Familias destruidas, gente desolada sin saber que hacer. Que habían perdido todo. Que luego del bombardeo, era nada. Solo una persona perdida en un conflicto armado, que habían perdido a uno o varios seres queridos. Que habían perdido su vida por que estaban muertos o estaban muertos en vida. Pero ya no podía detenerme a pensar en eso. Inmediatamente empecé a escribir el segundo artículo.
            “La nueva cumbre mundial de presidentes situada en la ciudad de F comenzó sin sobresaltos. Los países centrales tratan de solucionar sus crisis ajustando y recortando presupuesto, mientras que los países periféricos, que han dejado de escuchar a los países fuertes y establecen sus políticas a contramano de organismos internacionales y financieros, se mantienen a flote. A veces, hasta aconsejan a sus pares de los países centrales sobre las desavenencias de ciertas políticas tanto económicas como sociales. Sin embargo, mientras que los grandes bancos sigan siendo salvados y no se escuchen las necesidades de los pueblos, se sucederán más crisis como esta…”.
            ¿Qué hago cuando escribo esta clase de reportes? ¿Digo la verdad? ¿O tal vez digo mi verdad? Del otro lado, cuando el lector abre el diario y lee la noticia que  acabo de escribir ¿Dará todo por sentado? Solo espero que el lector no se quede en el molde. Si se queda tieso en su sillón leyendo y asimilando información como una computadora, entonces solamente procesa. Deja de ser un humano ¿Qué sentido tiene informarse cuando se repite? ¿Qué sentido tiene leer cuando uno solo deglute palabras sin analizarlas? No creo que todo lo que esté escrito tenga que ser analizado. A veces uno tiene que leer por el placer de leer. Pero ¿Qué paso cuando nos informamos? Si el lector es un lector hembra, como decía Morelli, como decía Julio, estamos Perdidos.


1 comentario:

silvia zappia dijo...

nada queda sin analizar, decimos algunas



beso*

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